Esperar del otro algo puede ser beneficioso o perjudicial para la relación conmigo y con quienes me rodean.
Cada momento que nos ofrece la vida es una nueva oportunidad para ser quién queremos ser. Animarnos a lograrlo, implica convivir con desafíos, miedos e inseguridades que valen la pena porque tienen un sentido: una vida feliz, auténtica.
Si bien eso que nos preocupa puede no darse, nuestro cuerpo y nuestra mente lo viven como si fuera real. Así es que empezamos a vivir en un estado de alerta constante que va desencadenando gastritis, gastroenteritis, amigdalitis, colon irritable, dermatitis, entre otras manifestaciones que podamos tener.
¿Cómo usar una herramienta tan importante como el PDA: Personal Development Assessment?
Hoy no me quiero detener en esas costumbres que elegimos mantener porque nos aportan valor y significado a los momentos. Prefiero invitarte a pensar conmigo en esas prácticas, palabras o gestos que quizás hacemos sin encontrar el motivo y que nos salen de modo automático.
Muchas veces hemos escuchado y nos han inculcado que para alcanzar nuestras metas es imprescindible esforzarnos. El asunto es que el éxito no necesariamente va de la mano de la felicidad y creo que todos anhelamos ser felices en algún momento de nuestra vida.
Miedo, alegría, tristeza, asco, enojo, sorpresa, pueden variar según múltiples factores, pero cada una de ellas nos da información de nosotros mismos, y constituyen una reacción que tenemos frente a un estímulo.
El sentimiento positivo que aparece a partir de la puesta en práctica de las fortalezas y virtudes, en vez de las fórmulas rápidas, nos conecta con lo genuino de nosotros. La gratificación que nos genera un desafío, que luego lo convertimos en oportunidad y finalmente en realidad, nos conecta con lo auténtico y genuino de
nosotros: nuestras fortalezas.
En el año 2012 en una entrevista con el diario español El País, Leo Andrés Messi revela el ingrediente que lo hace ser el mejor de todos y haber alcanzado la gloria eterna: ser campeón del mundo.
Tendemos a rumiar nuestros pensamientos, darle demasiadas vueltas y preocuparnos por exceso. También podemos optar por tratar de evitar lo que nos sucede y así vamos “postergando” nuestras emociones, aunque ellas buscan la manera de hacerse notar. Rumiar y evitar difícilmente nos permitirán conectarnos con nuestra necesidad.
Instintivamente tendemos por temor, a aferrarnos a las cosas y a lo que “supuestamente” nos da seguridades. En-tender en español, significa “tender hacia adentro”. En Occidente estamos más acostumbrados a “ex-tender” y agarrar todo lo que podamos.
Un ambiente de trabajo negativo cuesta el 60% de productividad de los trabajadores, según “Randstad”, segunda proveedora de Recursos Humanos más grande del mundo.