“Estoy vivo”
Esta fue la respuesta de un sobreviviente uruguayo del vuelo 571 que se estrelló en la cordillera de los Andes. El contexto en el que se expresaron quizás dos de las palabras más significativas para toda la humanidad fue que luego de ser arrastrados por una avalancha, un tripulante del avión al preguntar si estaban todos bien, uno de ellos gritó “estoy vivo.”
Cada día que pasaba a estas personas los golpeaba la inmensa fragilidad que puede llegar a tener el ser humano alejado de los recursos que muchas veces podríamos llegar acostumbrarnos: comida, abrigo posibilidad de respirar sin dificultad, dormir, tener voz para expresarnos, poder mover los dedos, ver, e innumerables posibilidades que contamos a diario y quizás pasamos por alto. Una de las tantas diferencias que les permitieron encontrar un sentido a cada despertar fue dejar de esperar que alguien los salve y buscar ellos mismos la manera de salvarse.
¿Qué nos podría enseñar lo vivido por estos hombres?
1. Necesitamos corrernos del lugar de víctimas para sobrevivir y encontrarnos con el milagro de la vida.
2. El intento vale muchísimo, el miedo y las inseguridades son parte del camino.
3. Tenemos la posibilidad de dejarnos morir postergando las decisiones o tener fe en uno mismo y caminar.
4. La improvisación y la impulsividad pueden ser dos enemigos para nuestra vida.
5. Quién tengo al lado puede ser fundamental para mi vida, depende del sentido que uno le dé.
La realidad que nos toca vivir hoy, seguramente cuenta con montañas que tenemos que subir para sobrevivir y trascender. Hoy quisiera hacerte saber que tenés una posibilidad inmensa de llegar a la cima por el simple y maravilloso hecho de que estas vivo. Te invito a que cada día puedas encontrar un poquito más de vida reconociendo en lo pequeño el camino para salvarnos.
Te mando un abrazo.
Wences Gómez Caride/Coach
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