“Es mi cielo y mi infierno”
Este tipo de reacción suele generarnos un gran conflicto cuando se nos presenta. Esto le sucedió a Pedro, quién acompaño semanalmente y creo que lo supo describir de la manera más acertada posible con la frase que titula esta nota.
Es importante recordar que el equilibrio emocional no significa eliminar por completo la ambivalencia, sino aprender a manejarla de manera saludable. En última instancia, se trata de cultivar la autocompasión y paciencia con nosotros mismos mientras navegamos por las aguas turbulentas de nuestras emociones.
La confusión emocional suele ocurrirnos cuando se nos presentan situaciones que no son del todo claras o fáciles. La tolerancia a la incertidumbre podría formar parte de nuestros mejores aliados frente a esta reacción confusa. Aprender a tolerar la incomodidad y la ambigüedad puede ayudarnos a reducir la angustia que nos genera estas conversaciones internas.
Identificar que algo o alguien puede generarnos cielo o infierno puede ser una señal de que hay aspectos de nuestra vida que necesiten atención y esa señal es muy positiva. En lugar de verla como un obstáculo, podemos utilizarla como oportunidad para explorar nuestras necesidades y deseos más profundos. La práctica del mindfulness o atención plena, técnicas de respiración y deporte han demostrado que pueden reducir el estrés e incrementar nuestra paz.
En conclusión, aunque la ambivalencia emocional puede ser desafiante, ayuda al autoconocimiento y crecimiento personal. Recordá que para encontrar nuestro equilibrio y es necesaria para encontrarnos y convivir con ese mágico oleaje que significa estar vivos.
Te mando un abrazo
Wences Gómez Caride/Coach
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