
Especialistas del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud marcaron cómo varían ambas cosas. Asimismo, hay grados diversos de inteligencia.
Dos investigadores científicos en longevidad de los Estados Unidos hicieron en 2001 una apuesta. Uno de ellos, Steven Austad, afirmó que una persona nacida antes de 2001 podrá alcanzar los 150 años de edad. El otro, Jay Olshansky, aseguró que eso no podrá ocurrir. En 2016 aumentaron el monto de la apuesta y si el fondo donde se deposita el dinero sigue creciendo al ritmo actual, los descendientes del ganador podrían recibir cientos de millones de dólares en el año 2150.
Ahora, el doctor Olshansky, investigador de la Universidad de Illinois Chicago, junto con científicos de la Universidad de Harvard, la de California en Los Ángeles, y la de Hawaii, presentaron datos que fortalecen su postura.
En un estudio publicado en la revista Nature Aging se señala que la expectativa de vida ha dejado de aumentar al ritmo acelerado que se observó durante el siglo XX. ¿Podría significar que la mayoría de los niños vivos actualmente probablemente no lleguen a los 100 años?
A pesar de los avances médicos y en salud pública, desde 1990 la esperanza de vida al nacer en las poblaciones más longevas del mundo solo ha aumentado en promedio seis años y medio.
Ese hallazgo sugiere que los humanos podrían estar acercándose a un límite biológico en cuanto a la longevidad, de acuerdo con Olshansky y colaboradores.
Aclararon que los mayores aumentos en la longevidad ya se han logrado principalmente mediante la lucha contra enfermedades.
Cómo se hizo el estudio sobre longevidad
El análisis forma parte de un debate de tres décadas sobre los límites potenciales de la longevidad humana. En 1990, Olshansky ya había argumentado que la expectativa de vida humana se acercaba a un techo de alrededor de 85 años.
Sin embargo, algunos colegas esperaban que los avances en medicina y salud pública iban a ser seguir impulsando la tendencia del siglo XX hacia el siglo XXI.
El estudio examinó la longevidad en ocho países con las poblaciones más longevas, específicamente: Australia, Francia, Italia, Japón, Corea del Sur, España, Suecia y Suiza. Además, se incluyeron Hong Kong y Estados Unidos en el análisis.
Esos países fueron seleccionados por sus altas expectativas de vida y para observar tendencias recientes en tasas de mortalidad y esperanza de vida desde 1990 hasta 2019.
En Hong Kong, por ejemplo, solo se espera que el 12.8% de las niñas y el 4.4% de los niños nacidos en 2019 lleguen a los 100 años.
En contraste, en los Estados Unidos, las cifras son aún más bajas, con solo un 3.1% de las niñas y un 1.3% de los niños nacidos en el mismo año con expectativas de alcanzar el centenario.
El estudio también exploró escenarios hipotéticos de longevidad radical, como el caso de las mujeres japonesas. Si se hubiera mantenido un ritmo de extensión de vida radical, un 6% de ellas viviría hasta los 150 años y una de cada cinco superaría los 120 años. Sin embargo, Olshansky y sus colegas afirmaron que esas proyecciones eran poco realistas.
“Nuestro resultado refuta la sabiduría convencional de que el don natural de longevidad para nuestra especie está por delante de nosotros”, subrayó. En cambio, sugiere que el límite ya se ha alcanzado.
Para Olshansky, sí habrá más personas que podrían alcanzar los 100 años en este siglo, pero seguirán siendo excepcionales y no elevarán significativamente la expectativa de vida promedio.
Qué recomiendan a partir de los hallazgos
Consideró que extender la vida humana al intentar reducir enfermedades podría ser perjudicial si esos años adicionales no son saludables. Por ello, propone un cambio de enfoque hacia la extensión de lo que se llama en inglés “healthspan”, que es un concepto que mide los años de vida saludable.
El estudio también destacó que la medicina y la ciencia aún pueden ofrecer beneficios significativos, especialmente en la mejora de la calidad de vida en edades avanzadas.
Recomendaron que haya una mayor inversión en la gerociencia, el estudio biológico del envejecimiento, que podría ser clave para la próxima ola de mejoras en salud y longevidad.
Olshansky opinó que hay un “techo de cristal” en la longevidad, pero reconoció que hay un margen para mejorar al reducir los factores de riesgo, eliminar disparidades y fomentar estilos de vida más saludables.
En diálogo con Infobae, Juan Carlos Gómez Verján, investigador en envejecimiento y longevidad del Instituto Nacional de Geriatría en México comentó que el estudio publicado en Nature Aging permite detectar que por el incremento en las enfermedades crónicas y el comportamiento social desde la década de 1990, “la expectativa de vida saludable para los seres humanos ha bajado. Estamos viendo cómo enfermedades que antes se desarrollaban después de los 60 años ahora se diagnostican en personas a los 45 o con menor edad, como la obesidad o la diabetes tipo 2. Por eso, es difícil pensar que los humanos lleguen a tener una expectativa de vida mayor a los 100 años”.
De hecho -aclaró el científico Gómez Verján- actualmente “ser un centenario es difícil por la multimorbilidad y la calidad de vida asociada al envejecimiento, que está relacionada con soledad, depresión, fragilidad y dependencia económica”.
El doctor Jan Vijg, biólogo y genetista del Colegio de Medicina Albert Einstein, quien no participó en el estudio, respaldó las conclusiones del estudio publicado en Nature Aging.
Señaló en diálogo con la revista Scientific American que no hay evidencia sólida que sugiera que la supervivencia hasta los 100 años se convertirá en una realidad común en el futuro cercano. En otro trabajo en el que Vijg participó en 2016 se llegaron a conclusiones similares sobre los límites de la longevidad humana.
También Nalini Raghavachari, del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de los Estados Unidos, coincidió en que la investigación debería centrarse en lograr un envejecimiento saludable. Sugirió que las poblaciones más longevas del mundo podrían ofrecer pistas sobre cómo desarrollar intervenciones terapéuticas novedosas para promover un envejecimiento saludable.
Especialistas del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud marcaron cómo varían ambas cosas. Asimismo, hay grados diversos de inteligencia.
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