
Neuquén: única provincia que capacita a enfermería para colocar implantes subdérmicos
La primera formación fue en la Región del Pehuén, la segunda en Lagos del Sur, y la próxima será en Alto Neuquén. Se desarrollará en todas las regiones.
Lo afirmaron especialistas del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas, dado que las guardias médicas hospitalarias están recibiendo pacientes con síntomas avanzados de infarto
Salud24/06/2021Tal como sucedió en 2020, que se registró una aumento de la mortalidad intrahospitalaria histórica esperable, documentado fehacientemente por los registros de la iniciativa ‘Stent-Save a Life’ , un relevamiento mundial del que participa la Argentina, los especialistas vaticinan para 2021 un nuevo incremento, motivado por las demoras en buscar atención médica de la gente a causa de la pandemia.
En efecto, por temor al contagio con el coronavirus SARS-CoV-2, la gente espera a que los síntomas de la enfermedad cardiovascular haya avanzado demasiado antes de acudir a la guardia médica. Esta conducta se ha visto desde el inicio de la pandemia, aunque con un pequeño impasse hacia fines de 2020, período en el que poco a poco se fue ganando confianza y se estaban retomando los valores históricos de consultas y de cantidad de pacientes atendidos.
Sin embargo, la llegada de la segunda ola reinstaló el miedo al contagio y esto hace que en enfermedades como las cardiovasculares las personas lleguen a la atención con cuadros muy avanzados y con difícil pronóstico.
“Estamos viendo infartos que hace tiempo que no veíamos. Corresponden a casos en los que la gente claramente convivió con los síntomas muchas horas antes de solicitar asistencia; incluso vemos más casos avanzados de trombosis venosas y trombosis pulmonares. Estas situaciones se veían hace 30 años o más, cuando la conciencia y el conocimiento sobre los signos que preanunciaban un episodio coronario o cardiovascular todavía eran muy poco conocidos por la población general”, afirmó José A. Álvarez, médico especialista en cardioangiología intervencionista y miembro del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas(CACI).
En 2020, desde el inicio de la cuarentena -decretada el 20 de marzo- y hasta el 31 de julio de ese año, tomando los registros de los 30 centros que realizan angioplastias coronarias las 24 horas los 7 días de la semana que participan del relevamiento ‘Stent-Save a Life’, ya se había observado un aumento de la mortalidad hospitalaria del 65 por ciento respecto del mismo período de 2019, pasando del 6,4% histórico a un 10,6% pandémico.
Otro trabajo de investigadores argentinos, publicado en la revista Medicina , afirmaba que -de mantenerse entre abril y octubre de 2020 el inferior control de los factores de riesgo cardiovascular propiciados por la cuarentena- podrían producirse hasta 10.500 nuevos casos prevenibles de enfermedad cardiovascular y entre 6 mil y 9 mil muertes evitables.
Los especialistas coincidieron en que, si bien la situación actual no es exactamente igual a la del año pasado, los pacientes siguen llegando tarde a las consultas y el abordaje de cuadros coronarios avanzados y desatendidos atenta contra el éxito de los tratamientos.
“Es notoria la merma de pacientes incluso en los consultorios, donde se observa una franca disminución: las restricciones impuestas a la circulación en transporte público, el miedo al contagio, la falsa creencia de que los centros médicos atienden solo urgencias, hacen que mucha gente siga postergando los controles y la realización de estudios preventivos. Todo ello contribuye a demorar los diagnósticos o, directamente, enfrentarnos con el problema ante la ocurrencia de un episodio cardiovascular”, afirmó Martín Cisneros, cardioangiólogo intervencionista, Vicepresidente del CACI.
El último informe de Estadísticas Vitales (DEVIS) del Ministerio de Salud de la Nación, correspondiente al año 2018 le asigna a las enfermedades cardiovasculares un total de más de 95.000 decesos anuales (95.826), los que corresponden a fiebre reumática aguda y enfermedades cardíacas reumáticas crónicas (130), enfermedades hipertensivas (7.293), infarto agudo de miocardio (17.755), otras enfermedades isquémicas del corazón (4.315), enfermedad cardiopulmonar y de la circulación pulmonar (1.584), insuficiencia cardíaca (22.973), otras formas de enfermedades del corazón (17.841), enfermedades cerebrovasculares (19.210), enfermedades de las arterias, arteriolas y vasos capilares (2.381), flebitis, embolias y trombosis venosas (298) y resto de enfermedades del sistema circulatorio (2.046) .
Si se toma el total de muertes anuales con causa bien definida de dicho registro (314.952) 3, se observa que el 30,4% corresponde a patologías cardiovasculares, lo que equivale a casi 1 fallecimiento de cada 3.
“Estas cifras nos dan una verdadera dimensión de lo que representan las enfermedades cardiovasculares en la salud de la población. No significa que estemos en contra de las medidas de prevención para evitar el contagio por COVID-19, pero grafica el nivel de gravedad de desatender o minimizar este conjunto de afecciones y la importancia de evitar la mortalidad y también las secuelas, porque muchas veces los pacientes no fallecen, pero quedan con discapacidades que afectarán su calidad de vida para siempre, como por ejemplo insuficiencia cardíaca o arritmias”, aportó por su parte Diego Grinfeld, Presidente del CACI.
“Según estadísticas surgidas de un análisis comparativo de las investigaciones clínicas REGIBAR Y PRISMA, 9 de cada 10 fallecimientos por infarto se dan en personas que no recibieron atención hospitalaria , lo que muestra que el infarto no siempre es una condición irreversible e intratable; al contrario, atendido en tiempo y forma, con la realización temprana de procedimientos de desobstrucción coronaria, como la angioplastia, en un alto porcentaje de casos se logra una recuperación exitosa y el paciente puede retomar sus actividades y llevar una vida prácticamente normal. Eso sí, deberá modificar algunos hábitos por otros más saludables y adherir a los tratamientos que su médico le indique”, concluyó el Cisneros.
El Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) es la única sociedad argentina en esta especialidad. Fue creado en 1985 con la finalidad de nuclear a todos los especialistas en diagnóstico y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares por cateterismo. Hoy cuenta con más de 600 miembros asociados. CACI desarrolla una amplia actividad científica en el país. Desde el año 1990 realiza un congreso anual de Cardioangiología Intervencionista en distintas ciudades del interior, con una importancia cada vez mayor y una creciente concurrencia.
Participa, anualmente y en forma permanente, de los congresos internacionales más importantes de la especialidad en América Latina, Estados Unidos, Europa y Asia. Coordina el Programa Educativo Integral (P.E.I.), junto con los consejos de hemodinamia y cardiología intervencionista de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y de la Federación Argentina de Cardiología (FAC).
CACI cuenta con la primera y más antigua carrera de Especialista en Cardioangiología Intervencionista del mundo, de tres años de duración, llevada a cabo conjuntamente con la Universidad de Buenos Aires. Ya ha formado a más de 500 cardioangiólogos intervencionistas de Argentina y del mundo.
CACI participa, junto a distintas organizaciones de Salud, en el desarrollo de nuevas regulaciones y guías de trabajos, así como en la aceptación de la tecnología de reciente lanzamiento; y es el encargado de supervisar a los médicos y a los centros asistenciales que practican la especialidad en la Argentina.
Para mayor información consultar en www.caci.org.ar / www.revistacaci.org.ar
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