
Fue a través del IJAN. El organismo utilizará esa tecnología para optimizar los análisis de laboratorio mediante absorbancia, luminiscencia y fluorescencia.
En los últimos años, la idea de una “desintoxicación de dopamina” cobró popularidad en redes sociales y medios de divulgación. Defendida por influencers y defensores de la productividad, esta práctica sostiene que el consumo excesivo de redes sociales, videojuegos y otros estímulos instantáneos estaría “desgastando” el sistema de recompensa del cerebro.
Frente a esta tendencia, el Dr. Christian Jarrett, neurocientífico cognitivo y escritor científico, publicó un artículo en Science Focus.
Este popular método con escaso respaldo científico propone evitar cualquier actividad placentera durante períodos variables de tiempo con el objetivo de “reiniciar” los niveles de dopamina.
Sin embargo, esta interpretación del funcionamiento cerebral se basa en una comprensión simplista de la neurociencia, que distorsiona el verdadero papel de la dopamina.
El crecimiento del “dopamine detox”
La premisa del “dopamine detox” parte de la ansiedad colectiva sobre la creciente dependencia de estímulos digitales y la reducción de la capacidad de atención en la vida cotidiana. Quienes promueven esta práctica afirman que la sobreexposición a gratificaciones inmediatas, como las redes sociales, los videojuegos o la comida ultraprocesada, habría alterado el sistema de recompensa del cerebro.
Mediante estas prácticas, se “estaría disminuyendo” la motivación para realizar tareas de largo plazo y provocando apatía. Para remediarlo, se propone una abstinencia temporal de estas actividades, comenzando con un día sin redes o entretenimiento y aumentando progresivamente hasta semanas o meses.
Esta narrativa fue ampliamente difundida por gurús de la productividad y el bienestar, quienes aseguran que reducir la estimulación externa permitiría recuperar la capacidad de enfocarse, trabajar con mayor eficiencia y disfrutar más de las experiencias cotidianas.
Pero como sucede con muchas tendencias de autoayuda basadas en conceptos científicos malinterpretados, el “dopamine detox” simplifica la función de esta sustancia en el cerebro.
La función real de la dopamina
La dopamina es un neurotransmisor clave en el sistema nervioso, pero su papel en la experiencia del placer fue malinterpretado, según el Dr. Christian Jarrett. Aunque está involucrada en la motivación y el aprendizaje asociado a la recompensa, no es la única responsable del disfrute o la felicidad, ya que existen cinco tipos de receptores de dopamina con funciones distintas en el cerebro.
Investigaciones demostraron que la dopamina impulsa el deseo de obtener algo, más que el placer en sí mismo. En un estudio con ratas, al bloquear la dopamina, los animales continuaron disfrutando de la comida, pero mostraron menos interés en buscarla. Esto refuerza la idea de que este neurotransmisor no es el único responsable del goce, sino de la motivación para alcanzar recompensas.
Mitos sobre la “desintoxicación” de dopamina
La idea de que la dopamina puede “agotarse” por el uso excesivo de redes sociales o videojuegos carece de aval científico. A diferencia de una sustancia química exógena, como las drogas que alteran la producción de dopamina, las actividades cotidianas no generan una disminución permanente en los niveles de este neurotransmisor.
Un ejemplo que desacredita esta teoría es el uso de levodopa, un medicamento utilizado en pacientes con Parkinson para aumentar la dopamina. Si la hipótesis del “dopamine detox” fuera cierta, este fármaco debería mejorar la capacidad de concentración y la sensación de felicidad en quienes lo consumen. Sin embargo, los análisis muestran que no tiene un impacto significativo en estos aspectos.
Beneficios indirectos del “dopamine detox”
Aunque la justificación neurocientífica del “dopamine detox” sea errónea, algunas prácticas asociadas a esta tendencia pueden tener efectos positivos. Reducir el uso de redes sociales, por ejemplo, puede mejorar la regulación emocional y la capacidad de atención.
Una investigación comparó a un grupo de preadolescentes que asistieron a un campamento sin acceso a dispositivos electrónicos con otro grupo que continuó con su rutina normal.
Los niños que pasaron tiempo alejados de las pantallas mejoraron su capacidad para reconocer emociones en los demás, probablemente por un mayor contacto social en persona.
Otro aspecto a considerar son los beneficios de ciertas prácticas vinculadas al “dopamine detox”, como el mindfulness y la reducción del consumo de contenido digital. Los retiros de meditación pueden disminuir los niveles de estrés y mejorar la sensación de bienestar, aunque estos efectos no estén relacionados con una “recarga” de dopamina.
Cambio de hábitos alternativos al “reset” cerebral
Más que un problema de desbalance neuroquímico, para el neurocientífico Jarrett, la dificultad para concentrarse o controlar el tiempo en redes sociales suele estar relacionada con la formación de hábitos automáticos. El cerebro aprende a asociar ciertos estímulos con recompensas rápidas, lo que hace que estos comportamientos se repitan de manera casi inconsciente.
Intentar eliminar abruptamente estos hábitos puede llevar a un “efecto rebote”, donde la persona regresa con más intensidad a las actividades restringidas.
En lugar de una abstinencia extrema, podría ser más útil establecer límites progresivos en el uso de redes sociales o adoptar estrategias para reducir la exposición, como utilizar aplicaciones de bloqueo temporal.
Fue a través del IJAN. El organismo utilizará esa tecnología para optimizar los análisis de laboratorio mediante absorbancia, luminiscencia y fluorescencia.
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