Cómo las palabras hirientes de los padres pueden destruir la autoestima de los niños
“Las palabras importan. Se quedan. Duran toda la vida. Su impacto moldea quiénes somos y en quiénes nos convertiremos”, señala la organización benéfica internacional Words Matter, que tiene como objetivo poner fin al abuso verbal de los niños por parte de los adultos.
Dos de cada cinco niños (41%) han sufrido abuso verbal por parte de los adultos, según una nueva encuesta realizada por la organización. Los padres, cuidadores, profesores, padres de amigos y líderes de actividades son las principales fuentes, según la encuesta realizada a 1.000 jóvenes de entre 11 y 17 años.
Lo más preocupante es que más de la mitad lo experimenta semanalmente (51%) y uno de cada 10 lo experimenta a diario. Y no son solo los niños los que se han dado cuenta del problema: otra encuesta realizada a más de 1.000 padres reveló que dos de cada tres (65%) han escuchado a adultos decir palabras y frases desagradables a los niños.
Eva Rotenberg, directora del departamento de Psicosomática de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autora de numerosos libros, señaló a Infobae: “Creo que no podríamos hablar de una palabra hiriente específicamente, sino al sentido de lo dicho”.
Para la experta, lo importante radica en “las palabras que son humillantes y las descalificaciones”.
Según la doctora Berit Brogaard, profesora de Filosofía y directora en la Universidad de Miami, explicó en su artículo de Psychology Today: “El abuso verbal es una subcategoría del abuso psicológico o emocional. Algunos ejemplos de abuso emocional no verbal incluyen mirar fijamente a la persona; “girarle” los ojos y golpear puertas”.
Continuó Rotenberg: “Porque alguien puede decirle, por ejemplo, “Sos bol...”, pero lo hace en broma, en tono canchero, jugando, y así el niño no se ofende. Luego el niño se lo dice al papá también, sin faltarle respeto, porque hay un código. Sin embargo, cuando es una palabra humillante, descalificante, el niño va creciendo sintiendo que él hace todo mal y le afecta hasta su vida madura”, agregó la especialista que además lleva adelante una escuela para padres multifamiliar, en la que se aboca a las problemáticas de crianza.
Sonia Almada, licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, magíster internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO), especialista en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO), describió a Infobae: “Los estilos de crianza basados en los malos tratos, generan que los patrones se repitan y reproduzcan de generación en generación”.
Y agregó la psicóloga: ”El maltrato infantil ha llegado a ser un problema que se incrementa en forma alarmante. Aun cuando no se tienen cifras precisas de la magnitud del mismo, se infiere que su presencia es cada vez más evidente. Los estudios señalan que el maltrato recibido por el padre o la madre tienen un impacto poderoso en la salud mental de los niños.”
Según la doctora Silvia Ongini, médica psiquiatra Infanto-Juvenil del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 69.218), “Si pensamos que en realidad los padres son las figuras significativas que tienen un peso muy importante en la identidad de los niños, niñas y adolescentes, hay sentencias o descripciones que hacen los padres que labran muy profundo en lo que sienten ellos sobre sí mismos. Frases comunes como que es ‘vago’, ‘no quiere hacer nada’ o es ‘mentiroso’”.
Y aclaró la médica: “En el caso de es vago, muchas veces por detrás de eso hay cuestiones de estado de ánimo o falta de motivación o son formas reactivas a modalidades en las que se le piden las cosas. Y eso siempre mirado desde esa mirada adultocéntrica de que no está haciendo aquello que se considera que debe hacer. En el caso de es mentiroso, en realidad sabemos que los niños no mienten más que los adultos y lo hacen por las mismas cosas, sea para evitar un castigo o para obtener una recompensa. Y esto es realmente va generando debilitamiento de esa autoimagen y de ese yo”.
Qué es el abuso verbal
Según la organización Words Matter, el abuso verbal significa usar palabras y lenguaje negativos que causan daño. Puede tomar la forma de culpar, insultar, menospreciar, intimidar, degradar, faltarle el respeto, regañar, asustar, ridiculizar, criticar, insultar o amenazar a un niño. Tiene el potencial de dañar a un niño durante toda la vida.
“El cerebro de los niños se construye en respuesta a las relaciones con las que crecen y a las palabras y tonos que los rodean, desde el momento en que nacen. Palabras cálidas y alentadoras y relaciones estables y seguras son los pilares que todos los niños necesitan para crecer y prosperar, pero muchos de ellos crecen sin las relaciones amorosas y de apoyo que necesitan para tener éxito”, afirmaron en Words Matter.
No se trata sólo de gritar y chillar. El abuso verbal también puede ser silencioso, insidioso y sutil. El tono, el volumen y la expresión facial influyen.
El abuso verbal puede afectar la autoestima y confianza de los niños y niñas, incidir en su futuro y su capacidad para funcionar en el hogar, la escuela, el lugar de trabajo y en situaciones sociales. También se ha relacionado con una mala salud mental e incluso puede cambiar el funcionamiento normal del cerebro.
“Las investigaciones muestran que el abuso verbal infantil puede ser tan dañino como otras formas de abuso. Puede ser constante y, sin ayuda, el daño puede provocar ansiedad, depresión, trastornos alimentarios, trastorno de estrés postraumático, abuso de sustancias, autolesiones e incluso conductas suicidas. Con el tiempo, el abuso verbal puede actuar como un estrés tóxico en un niño, descarrilando su desarrollo físico y emocional e infligiendo un trauma para toda la vida”, dijeron en Words Matter.
Según la doctora Silvia Ongini, “El cuadro depresivo tiene como característica la angustia, falta de motivación, afectación de varias áreas o esferas de la vida del sujeto y lo que vemos es que cada vez se consultan más por cuadros de depresión y ansiedad en niños y adolescentes. En el Hospital, 2 de cada 3 consultas son por este motivo”, afirmó la especialista.
Además, las personas que han sido abusadas verbalmente pueden buscar relaciones en las que vuelvan a sufrir abusos. También pueden convertirse ellos mismos en abusadores, ya que así han aprendido a comunicarse.
Lenguaje tóxico
La última encuesta de Words Matter reveló que el lenguaje tóxico puede hacer que los niños se sientan tristes, deprimidos y humillados. Además, el 46% dudaba de sí mismo, el 46% se sentía ansioso, el 45% se sentía avergonzado, el 44% se sentía avergonzado, el 32% se sentía aislado y el 23% se sentía asustado como consecuencia del abuso verbal.
Ninguno de los resultados de la investigación identificó diferencias regionales o socioeconómicas estadísticamente significativas, lo que demuestra que se trata de un problema que afecta a toda la sociedad.
El Profesor Peter Fonagy, jefe de la División de Psicología y Ciencias del Lenguaje de la University College London y asesor clínico principal sobre servicios de salud mental para niños y jóvenes, dijo: “Las palabras crean imágenes en nuestra mente, para bien o para mal, que dan forma a nuestra experiencia de la realidad. Las malas palabras crean imágenes opresivas y destructivas, de las que podemos pasar toda la vida luchando por liberarnos. ¿No sería mejor si, en primer lugar, no se utilizara un lenguaje que fuera irrespetuoso, punitivo, vergonzoso y destructivo para la persona?”
Según Berit Brogaard, “Los abusadores verbales usualmente experimentan muchos de sus sentimientos como enojo. Por ejemplo, si un abusador verbal se siente inseguro y ansioso, tiende a sentirse enojado, inseguro y ansioso”. Y en ese momento dice palabras que no debería decir.
Se preguntó en la encuesta a los niños cuáles eran las palabras y frases más hirientes. Las principales respuestas fueron:
“Eres un inútil”
“Eres un estúpido”
“No puedes hacer nada bien”
“No vales nada”
“Me avergüenzo de ti”
La doctora Ongini comentó: “También hay frases todavía más hirientes como ‘estás loco o loca’ o utilizar como amenaza ‘vas a ir al psicólogo o al psiquiatra’“.
Más de la mitad (55%) de los niños que participaron de la encuesta piensan que los adultos dicen palabras hirientes o molestas intencionalmente.
Cuando se les pidió que pensaran por qué los adultos pueden hablarles a los niños con un lenguaje desagradable, siete de cada 10 (69%) de los niños pensaron que el estrés podría ser la causa. Más de la mitad de los niños (55%) reconoció que las preocupaciones económicas y el costo de vida eran las causas del estrés.
Las mejores palabras para los niños
Las palabras positivas pueden tener un gran impacto en los sentimientos de un niño sobre sí mismo.
Según los niños encuestados, las frases más útiles y alentadoras son:
“Estoy orgulloso de ti”
“Tú puedes hacerlo”
“Creo en ti”
“Estoy aquí para ti”
“Está bien cometer errores, puedes aprender de ellos”
Casi dos tercios de los niños dijeron que escuchar estas palabras y frases los hacía sentir felices, bien consigo mismos, amados/queridos y confiados.
La doctora Ongini dijo las mejores palabras para decirle a un niño a un adolescente es pedir perdón si lo ofendimos con nuestras palabras de esta manera: “‘Disculpame porque lo que te dije salió de mi enojo y no de la realidad y cuando uno está enojado quiere lastimar al otro y no medí mis palabras’. Esto sobre todo si ese he sido cruel con las palabras”.
Dijo Sonia Almada: “Ofrecer formas de crianza amorosas y respetuosas es escuchar lo que tienen que decir, darle importancia a sus voces, intereses, opiniones e ideas”.
La psicóloga definió: “Escuchar es confirmarlo como sujeto familiar y social, validando su pertenencia a la comunidad. Un niño no escuchado puede convertirse en un adulto vacilante, inseguro, temeroso de dar su opinión”.
Y agregó: “Cuando los adultos estamos disponibles para aceptar su participación ofrecemos, al mismo tiempo, seguridad para contar cualquier vulneración a la que se vean expuestos o falta de respeto y de cuidado. Con ello es más factible que se disminuyan las posibilidades de ser receptores de violencias y de conseguir herramientas para el autocuidado y el cuidado de los demás”.