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En la actualidad, los científicos están afinando sus recomendaciones sobre la cantidad de alcohol que se puede consumir sin aumentar en gran medida el riesgo de problemas de salud. Aunque el consumo de alcohol es una parte habitual de la vida social para muchas personas, las advertencias sobre sus posibles efectos adversos en la salud son cada vez más graves. La pregunta clave es cuánto alcohol se puede consumir semanalmente sin poner en riesgo la salud.
El consumo de alcohol, incluso en cantidades moderadas, puede tener graves consecuencias para la salud. Estudios han demostrado que el alcohol contribuye a varios tipos de cáncer, incluyendo el cáncer de mama y el colorrectal. Además, está asociado con enfermedades cardíacas y hepáticas. La única manera de evitar completamente los problemas de salud relacionados con el alcohol es no consumirlo en absoluto. Aunque muchas personas optan por eliminar el alcohol de sus vidas, para otros esto no es viable. Según las investigaciones, el riesgo de cáncer aumenta cuando se supera el promedio de una bebida diaria.
Además, un reciente estudio de la revista de la Sociedad Americana del Cáncer encontró que el alcohol es uno de los principales factores de riesgo modificables para el cáncer, solo superado por el consumo de cigarrillos y el exceso de peso. El alcohol fue responsable de aproximadamente 24.400 muertes por cáncer y casi 97.000 casos en los Estados Unidos en 2019.
Las directrices de consumo de alcohol varían entre países y organismos, pero generalmente coinciden en que una cantidad moderada es crucial para minimizar los riesgos. En Estados Unidos, una comisión federal recomienda que los hombres no consuman más de dos bebidas al día y las mujeres no más de una. Cualquier cantidad superior a esta, advierten, puede incrementar notablemente el riesgo de desarrollar cáncer, enfermedades cardíacas y hepáticas, entre otras condiciones.
Algunas investigaciones sugieren ser aún más conservadores. Por ejemplo, un grupo de investigadores canadienses evaluó una amplia gama de estudios y concluyó que el riesgo de muerte relacionada con el alcohol aumenta fuertemente con más de dos bebidas por semana.
Las nuevas directrices canadienses clasifican los riesgos en función de la cantidad de alcohol consumida semanalmente: hasta dos bebidas a la semana se consideran de bajo riesgo; de tres a seis bebidas como de riesgo moderado; y siete o más como de riesgo elevado. Estos estándares reflejan una tendencia hacia la reducción del consumo recomendado para minimizar los riesgos para la salud.
Para aquellos que deciden consumir alcohol, existen varias estrategias que pueden ayudar a reducir los riesgos asociados. Una de las recomendaciones más eficaces es alternar entre bebidas alcohólicas y no alcohólicas. Esto no solo ayuda a reducir el consumo total de alcohol, sino que también permite que el cuerpo procese el alcohol de manera más gradual. Beber despacio y espaciar las bebidas también puede disminuir la cantidad total de alcohol ingerido en una sesión, reduciendo así el riesgo de efectos negativos.
Otra estrategia importante es evitar el consumo de alcohol con el estómago vacío. Comer antes y durante la ingesta de alcohol puede ralentizar la absorción del mismo, disminuyendo su impacto en el cuerpo. Estas prácticas simples pueden contribuir para lograr mitigar los daños potenciales del alcohol en la salud.
Efectos específicos del alcohol en el cuerpo
El alcohol afecta al cuerpo de varias maneras, algunas de las cuales pueden tener consecuencias graves a largo plazo. Cuando el cuerpo metaboliza el alcohol, se descompone en acetaldehído, una sustancia tóxica que puede dañar el ADN y las proteínas. Además, el consumo de alcohol genera moléculas reactivas que contienen oxígeno, las cuales pueden dañar proteínas, grasas y ADN en las células.
El alcohol también puede aumentar los niveles de estrógeno en el cuerpo, una hormona vinculada al cáncer de mama. Estos procesos biológicos subrayan el vínculo entre el consumo de alcohol y el desarrollo de ciertos tipos de cáncer. Además, el daño hepático es otra consecuencia bien documentada del consumo excesivo de alcohol, que puede llevar a condiciones graves como la cirrosis.
Un estudio reciente del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos indicó que se podrían prevenir aproximadamente 16.800 muertes al año si los adultos que consumen más alcohol del recomendado redujeran su ingesta. Este hallazgo resalta la importancia de moderar el consumo de alcohol para mejorar la salud pública.
Según el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) de los Estados Unidos, los bebedores moderados tienen un riesgo 1,8 veces mayor de desarrollar cánceres de cavidad oral y garganta y un riesgo 1,4 veces mayor de desarrollar cánceres de laringe en comparación con los no bebedores. Los bebedores compulsivos tienen un riesgo 5 veces mayor de padecer cáncer de cavidad oral y laringe y 2,6 veces mayor de cáncer de laringe.
El NCI también advierte que el consumo de alcohol a cualquier nivel está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de esófago, que oscila entre 1,3 veces más en el caso de los bebedores ligeros y 5 veces más en el de los bebedores empedernidos.
Con respecto al cáncer de mama, las bebedares ligeras tienen un riesgo ligeramente mayor de desarrollar cáncer, aproximadamente 1,04 veces superior al de las no bebedoras. Las bebedoras moderadas tienen un riesgo 1,23 veces mayor y las bebedoras empedernidas 1,6 veces mayor. Y el consumo excesivo de alcohol se asocia a un riesgo dos veces mayor de cáncer de hígado.
Diferencias en el impacto del alcohol entre hombres y mujeres
El consumo de alcohol afecta de manera diferente a hombres y mujeres debido a varias diferencias biológicas. Las mujeres tienen niveles más bajos de una enzima que descompone el alcohol en el cuerpo, lo que resulta en una absorción más rápida y una mayor susceptibilidad a sus efectos. Además, el cuerpo femenino contiene menos agua y más grasa que el masculino, lo que también contribuye a una concentración más alta de alcohol en la sangre. Por estas razones, las mujeres son más vulnerables a los daños del alcohol incluso a niveles más bajos de consumo.
Nigel Brockton, vicepresidente de investigación del Instituto Americano de Investigación Oncológica, explicó a The Wall Street Journal que el mayor riesgo para las mujeres que beben más se debe sobre todo al cáncer de mama. Los demás cánceres relacionados con el consumo de alcohol son más frecuentes en varones.
El consumo excesivo de alcohol, especialmente en forma de atracones, presenta graves riesgos para la salud. Beber en exceso, definido típicamente como consumir cuatro o más bebidas en una sola sesión, puede llevar a una serie de problemas agudos y crónicos. A corto plazo, el consumo excesivo aumenta el riesgo de lesiones y accidentes debido a la disminución de las habilidades motoras y el juicio.
A largo plazo, el consumo excesivo de alcohol está asociado con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y otras condiciones graves. Los estudios han encontrado que los niveles elevados de alcohol pueden desencadenar procesos biológicos dañinos, como la inflamación y el estrés oxidativo, que contribuyen al desarrollo de enfermedades crónicas. Además, el consumo excesivo frecuente puede llevar a la dependencia del alcohol y otros trastornos por consumo de sustancias.
Comparación de diferentes bebidas alcohólicas
Un estudio del Instituto de Investigación de Salud Pública destaca que los licores fuertes son particularmente dañinos cuando se consumen en exceso, especialmente cuando se beben solos. En comparación, el vino y la cerveza parecen tener un impacto ligeramente menor, aunque esto no elimina los riesgos asociados con su consumo excesivo.
Estas últimas dos bebidas mencionadas, aunque también contienen alcohol, se asocian con un menor riesgo relativo cuando se consumen en cantidades moderadas. Sin embargo, esto no significa que sean inofensivos. El consumo excesivo de cualquier tipo de alcohol puede tener efectos adversos en la salud. Además, las diferentes culturas y hábitos de consumo también influyen en cómo estas bebidas afectan a las personas. Por ejemplo, en algunas culturas, el consumo moderado de vino durante las comidas es una práctica común y puede tener un perfil de riesgo diferente al de consumir grandes cantidades de licor en una fiesta.
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