Se recuperaron 99 pacientes de los 104 a quienes se les aplicó plasma

Durante la realización de este ensayo, se destaca que los convalecientes sienten una notable mejoría 12 horas después de la aplicación, pudiendo asegurar que respiran con más facilidad, aunque sus parámetros no son del todo normales.

Coronavirus19/06/2020Redacción NARedacción NA
plasma

La directora del Instituto de Hemoterapia de la provincia de Buenos Aires, Nora Etchenique, destacó los avances en la lucha contra el coronavirus a través de la aplicación de plasma de pacientes recuperados de Covid-19 en otros que están aún convalecientes.

“Se pensó que podríamos darle una inmunización pasiva, es decir darle los anticuerpos que tiene un paciente recuperado a uno que está enfermo y vamos observando qué pasa”, señaló Etchenique en una entrevista radial.

Explicó que, luego de la aplicación, los pacientes salieron de la etapa de baja saturación de oxígeno, modificaron sus parámetros de laboratorio, pero lo mejor de todo es cómo se sintieron los pacientes a las 12 horas posteriores a la aplicación de plasma. “El paciente refiere sentirse mejor, dice que tiene más aire aunque todavía sus parámetros no son del todo normales”, destacó Etchenique al tiempo que advirtió que todavía no se lo considera un tratamiento sino que es un ensayo clínico.

Dijo que se necesita evaluar otras situaciones para que la aplicación de plasma de pacientes recuperados sea considerada un tratamiento.

La directora del Instituto de Hemoterapia de la provincia de Buenos Aires sostuvo que la pandemia “es fascinante y a la vez preocupante. Hubo varias pandemias a lo largo de la historia del mundo, pero no había aviones, había barcos. La forma de trascender esta pandemia no era tan impactante, como es esto ahora”.

Observó que se conoce muy poco del virus, pero “lo que se sabe es que las personas que se recuperan formaron anticuerpos contra el coronavirus y que el pico máximo de producción de estos anticuerpos es en el día 40 de la enfermedad”.

En tanto que sobre el plasma en la Argentina se cuenta con cierta experiencia a partir de la fiebre hemorrágica del mal de los rastrojos, donde en la década del 50 al 60, la letalidad de esta enfermedad pasó de un 30% a un 3%.

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