El diabólico subsidio

Carta de lectores 27 de febrero de 2024 Por Redacción
Resulta difícil por momentos ver a tanta gente repetir conductas que han demostrado su ineficacia. Un ejemplo muy concreto es el de los subsidios al transporte público. Es un esquema que ha demostrado una y otra vez ser perjudicial para toda la sociedad.
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Sr. director:

Resulta difícil por momentos ver a tanta gente repetir conductas que han demostrado su ineficacia. Un ejemplo muy concreto es el de los subsidios al transporte público. Es un esquema que ha demostrado una y otra vez ser perjudicial para toda la sociedad.

El usuario directo tiene un servicio francamente malo. El empresario no tiene en lo absoluto motivación alguna para brindar un buen servicio. Al recibir del estado ingentes cantidades de efectivo todos los meses, tiene asegurada “la suya”, invierta o no invierta, cumpla o no con las frecuencias y los horarios, estén o no sus trabajadores bien pagos y seguros en sus puestos. Por todo esto, el usuario encuentra que en el horario en que lo espera, su colectivo no pasa. Pasó más temprano, más tarde o no pasó directamente, total, no importa, la plata del empresario está igual, el empresario no necesita satisfacer las necesidades del viajero, porque este no paga (estrictamente lo hace en proporción muy menor) el que paga es el estado.

El empleado (chofer) tiene un mal trabajo. Las condiciones son malas, porque el empresario no necesita al empleado para cobrar su subsidio estatal. Las condiciones son malas porque el usuario es violento, porque viaja mal y tarde. Las condiciones son malas porque el sueldo es bajo y es bajo porque el empleado necesita más al trabajo que el empresario al empleado, se puede ser mal empleado y no pasa nada, porque a nadie (estado y empresa) le importa si el servicio es bueno.

El usuario tiene un mal servicio. Si, paga poco, pero paga poco por un pésimo servicio, que no le sirve como debería. Llega tarde o temprano, sufre paros y huelgas – porque los empleados la pasan mal -. El usuario tiene un mal servicio porque no es importante tenerlo satisfecho. El empresario tiene la suya asegurada, el empleado (aunque sea poca) también. El usuario tiene un mal servicio porque el empleado es mal educado, porque tiene un mal trabajo, mal pago y con atrasos permanentes.

Todos pierden, entonces ¿Quién gana?

El político gana, porque puede decir que subsidia al transporte, cuando en realidad no pone un mugroso peso, lo ponemos todos, usuarios y no usuarios, el político puede decir que se preocupa por los que menos tienen cuando en realidad solo le importa el titular “José Pérez aumenta subsidios”, pero es mentira, José no pone un peso, lo ponemos todos.

Deberíamos intentar algo revolucionario. Que el usuario, pague por lo que usa. Claro, se dirá, “la gente no puede pagarlo” y es cierto, hay quien no puede pagarlo, pero la solución es sincerar el precio, para que pueda incorporar en costo real del servicio en su sueldo al negociarlo. Para que quien va a contratar pueda calcular cuanto sale moverse realmente y lo incorpore en el costo (sumándolo al sueldo). Aquí no hay que engañarse, el primer interesado en que un empleado llegue a tiempo es el empleador y este se va a asegurar siempre que el costo que paga (salario) cubra las necesidades de su buen empleado, porque así es como gana plata. Este concepto parece revolucionario, porque nos han metido en la cabeza durante años que existe una guerra declarara entre el monstruoso y maligno empresario y san trabajador y esto no puede estar más lejos de la verdad, solo que los colectivistas no pueden entenderlo.

Sinceremos los precios, simplifiquemos y achiquemos al estado. Los empresarios van a ganar más dando un mejor servicio, los empleados van a trabajar mejor y mejor pagos, porque un buen empleado da un mejor servicio, el usuario va a viajar mejor, más confiablemente y a horario, y va a poder pagarlo, porque a su empleador le conviene que el viaje mejor, más seguro y a tiempo. Todos ganamos diciendo la verdad, algo cuesta ''X'' y que el estado no se meta, pero claro, pierde el político.

Federico Caride
Abogado
DNI 27.084.413

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